jueves, 28 de julio de 2016

SEMANA 3: LA SUPERACTIVIDAD DEL VERANO: UNA CAJA


SEMANA 3: LA SUPERACTIVIDAD DEL VERANO: UNA CAJA

… ¡pero qué caja señores!

Esta semana, a diferencia de las anteriores en las que nada más levantarse me decían ¡mamá, a currar!, hemos estado menos académicos y más improvisadores.

Bien es cierto que se han sumado dos desencadenantes: por un lado, una corrección que hice a Nicolás y que no le cayó muy bien en el momento y, por otro, la llegada de mi gran amiga Rebeca y sus niños. Ellos fueron los que trajeron ¡LA CAJA!

Empiezo por el principio. Espero que os sirva de inspiración.

1.      El enfado: Comenzamos la semana leyendo de manera conjunta uno de los cuentos de nuestro cuaderno de verano que trata el tema del enfado. Hasta ahí todo bien. La segunda actividad consistía en escribir (el mayor, los pequeños dicen y yo escribo) cuatro cosas que te enfadan y qué puedes hacer para solucionarlo. Como las actividades están impresas en folio blanco y Nicolás aún hace cada letra de un tamaño y se tuerce, pensé que sería buena idea hacerle unas líneas de pauta (como tienen en el cole) para facilitarle el trabajo. Error. ¿Cómo he osado hacer unas rayas en su cuaderno de verano sin consultar? Creo que pensó que así tendría que escribir más y más cuidadosamente y le pareció una idea atroz.

Han pasado cuatro días y no ha vuelto a querer abrir el cuaderno (genial para ilustrar el tema del  enfado). En parte por el enfado y en parte porque llegó… ¡LA CAJA!

2.      Como digo, mi gran amiga Rebeca y sus niños vinieron a pasar un día con nosotros y nos trajeron una caja… pero una caja-caja.

Cuando digo una caja-caja es que en la misma cabían los cinco niños holgadamente. Así que… ¡que comience el juego!

-          Ronda de reconocimiento: empezamos investigando la caja y pensando posibilidades. Hemos comenzado por montarla dedicando un tiempo a observar cómo de algo plano puede salir semejante caja. Podemos meternos dentro desde arriba, darle la vuelta y escondernos debajo, parecer una tortuga o una caja mágica que se mueve sola, si la ponemos de pie parece un ascensor, tumbada es una cueva y hemos hecho algunas pinturas rupestres, podríamos hacer algún agujero.

 
 
-          La casa: gana por unanimidad hacer una casa con ella así que le hemos dotado de puerta principal, ventana de ojo de buey, ventana trasera de doble hoja y una ventana espía en un lateral. ¡Ha sido un fiestón!

 
 
-          La decoración: caja xxl + pintura de dedos = una tarde entretenidísima decorando la caja.

-          El nombre: han decidido que se llama Ferris y es un cohete-casa para viajar.

-          Conclusión: toda la semana entretenidos entrando y saliendo, contando historias, haciendo de astronautas, de padres y madres, de cavernícolas en la cueva…

Soy consciente que para esto es necesario tener sitio. Si no se tiene, siempre se puede hacer la versión mini (el año pasado hicimos un castillo con puente levadizo y todo que nos entretuvo varios días) con una caja pequeña para los muñecos. No es lo mismo, lo sé, pero puede funcionar.

3.      Las pompas: el tiempo que no se ha ocupado con la caja, hemos hecho algunas actividades como la de las pompas. Con un pompero, les dije que yo iba a hacer pompas y ellos debían permanecer como estatuas y no explotar ninguna pompa ni correr detrás de ellas durante 30 segundos. Risillas nerviosas y buen aguante. La idea era ir  aumentando el tiempo para después trabajar el concepto de autocontrol, la paciencia, etc. No pudo ser. Se levantó viento y las pompas igual que salían se explotaban.

 
4.      Las nubes: como la semana ha sido muy relajada, nos hemos dedicado también a un clásico, ver formas en las nubes. Les gusta a los tres y participan efusivamente (a veces demasiado). Se les ocurrió la variante de ver formas en los árboles y, aunque al principio parecía que funcionaba, se dieron cuenta rápidamente de que la gracia de las nubes es que se mueven y cambian y los árboles no (a menos que veas muchos árboles diferentes).

 
5.      Los aprendizajes de la semana:

-          Que, a veces, las cosas no salen como uno planea: utilizamos la actividad del pompero para trabajar la aceptación de la frustración cuando algo no sale, haciendo hincapié en buscar otras opciones (gracias a lo que pasó se dieron cuenta de que, con viento, las pompas salen solas como por arte de magia, sólo hay que agitar un poco la muñeca). Ese día no pudo ser pero ya tenemos una actividad para un día que no haya viento.

-          Que su orden de importancias no es el nuestro (mira que lo repito hasta la saciedad en el trabajo, pues caí). Para mí unas rayas en el papel no sólo no eran algo insignificante sino incluso beneficioso. Ha quedado claro que para Nicolás no. Gracias a la caja hemos tenido una tarea distractora para gestionar el enfado. Lo retomaremos los próximos días (mira, ya tiene una cosa que le enfada “que mamá me haga rayas en mi cuaderno”).

De esta semana me quedo con lo que han disfrutado con la caja, incluido el ver a mis tres niños  con la pintura de dedos (nunca les gustó pringarse pero deben haber considerado que la ocasión merecía la pena) y las risas que se han echado con Ferris todos los que por allí han pasado (los míos, los de Rebeca, algunos amigos más, los primos…) Y tú, ¿con qué te quedas?

Desde aquí, gracias a Rebeca (eres genial y lo sabes)y a sus niños Irene y Raúl por dejarnos en usufructo a Ferris (no fue fácil despedirse de él).