SI
FUERAS UN ANIMAL, ¿QUÉ ANIMAL SERÍAS?
Hace
unos días, Nicolás, de 8 años, se levantó de la cama después de llevar una hora
acostado y se presentó en el salón.
-
Mamá,
por favor, ¿qué animal crees que encaja con mi personalidad?
-
Cariño,
déjame que lo piense y, mañana, cuando tenga el cerebro enchufado, te contesto.
Al
día siguiente, al levantarse la conversación siguió de la siguiente manera:
-
Mamá,
he pensado que los animales son más fáciles porque me parece que sólo tienen
una característica especial y yo tengo muchas. Así que voy a tener que mezclar
animales.
Y
comenzó a enumerar:
-
Soy
chimpancé seguro por lo inteligente (no hay nada como tener una buena
autoestima), camaleón porque soy capaz de quedarme quieto mucho rato.
Interrumpí:
-
A
mí me parece que lo de tumbarse en el sofá a ver la tele es más de oso perezoso
que de camaleón.
-
Vale,
pues oso perezoso y camaleón porque cuando me da el sol el pelo me cambia de
color. También soy tortuga porque me visto muy despacio. Pero en el agua soy
pingüino porque nado muy rápido. ¡Y loro, que hablo mucho!
Después
de hacer este pormenorizado análisis de su personalidad le dije:
-
Vístete,
que hay que ir al cole.
Y,
sorprendentemente empezó a vestirse a cámara lenta.
-
Mamá,
voy al 10% porque soy tortuga cuando me visto.
Y
aquí viene lo interesante. ¡Cómo suena esto a profecía autocumplida!
Como
cree que vistiéndose es lento como una tortuga, ¿cómo se viste? ¡Bingo!
Despacio.
Así
que le dije:
-
No
se trata de que no seas tortuga. Se trata de que, de todos los animales que
eres, escojas en cada momento el que te dé más ventajas. Si quieres vestirte
deprisa, escoge el pingüino, que si es rápido nadando, también lo será
vistiéndose. Y, si estás dando un paseo, escoge la tortuga para ir despacio y
disfrutar del paisaje. ¿Lo has entendido?
-
¡Claro!
Modo pingüino activado.
Y
se vistió en un santiamén.
Después
le pregunté qué animales pensaba que era yo y me dijo:
-
Chimpancé
también seguro porque eres muy inteligente. Gato, por guapa. También eres una
hormiga porque las hormigas son muy trabajadoras.
-
¿Y
un poco gallina? Por lo de llevar siempre a los pollitos detrás.
-
Eso
también. Y koala, porque nos espachurras a abrazos.
Pensé
en la suerte que tengo de que esté en una edad en la que todavía no me ve los
fallos.
Los
que me conocéis, sabéis que soy fiel defensora de escuchar a los niños, de
recoger sus ideas geniales y moldearlas para aplicarlas en el trabajo. Creo que
cuando una idea surge de un niño tienes muchas más probabilidades de que otros
niños te entiendan, se sientan identificados y se entusiasmen. Como siempre,
creo que el adulto no tiene mucho más que hacer que dar forma y acompañar.
El
caso es que le dije que su propuesta me había parecido lo suficientemente
interesante como para llevármela al trabajo.
Y
me dijo:
-
Me
parece bien, mamá, pero acuérdate de decirles que no tienen que escoger los
animales que más les gusten. Tienen que elegir los animales que les hacen ser
lo que son.
Así
que la dinámica es bien sencilla:
¿Qué
animal o animales crees que encajan con tu personalidad? ¿Por qué?
A
los que trabajamos con niños creo que nos puede dar muchas pistas sobre el
autoconcepto y la autoestima de nuestros niños. Seguramente, a través de los
animales les resulte más fácil expresar sus emociones y hacernos llegar cómo se
sienten.
Y
además, el juego nos puede dar pie a modificar lo que no nos gusta eligiendo un
animal distinto como hizo Nicolás con la tortuga y el pingüino.
Así
que, ahí os dejo el reto. Si alguien se anima, me encantará que me contéis los
resultados.
¡Nos
vemos por el camino!