martes, 15 de noviembre de 2016

NI LOS GRUPOS DE WHATSAPP SON TAN MALOS, NI NOSOTRAS TAN TÓXICAS




 
NI LOS GRUPOS DE WHATSAPP SON TAN MALOS, NI NOSOTRAS TAN TÓXICAS.

Participo en grupos de whatsapp de madres. ¡Hala! Ya lo he dicho.

De hecho, no sólo tengo 3 grupos (uno por cada clase de mis 3 hijos) sino que tengo un cuarto grupo. ¿Y qué?

Y me empiezo a cansar de leer lo perjudiciales que son. Pues ahí va mi experiencia:

En los grupos de clase jamás se ha criticado nada, ni se ha faltado al respeto a ningún profesor, ni nada de nada.

Y, el cuarto grupo, es un grupo formado por varias madres, con niños de diferentes edades, de las de ¿tomamos un café? (de ahí su nombre: el chat de Juan Valdéz).

Comenzamos 2 ó 3 y poco a poco se van incorporando más madres y, ¿sabéis a qué nos dedicamos?

A darnos apoyo (logístico y emocional) cuando hemos tenido un mal día.

A reírnos hasta llorar de cualquier tontería.

A hablar de algo que no salga en Clan o en Disney Channel.

A comprendernos cuando, mientras removemos el azúcar, decimos “sólo son las 9:30 y no veas el día que me llevan dado”.

Sabemos que cuando hay cualquier incidencia o desacuerdo con el colegio o con los profesores, es con el colegio o con los profesores con los que hay que hablar.

No ponemos la mano en el fuego por nuestros hijos hasta conocer todas las versiones porque sabemos que nos podemos quemar.

No juzgamos lo que hacen las demás madres.

No nos enfadamos si a nuestros hijos no les invitan a un cumpleaños.

Y nos alegramos si el hijo de otra saca una buena nota o le seleccionan para el equipo de fútbol.

Nos apoyamos unas en otras, aportamos soluciones a problemas comunes y nos ayudamos.

De verdad que hay madres así. Muchas.

Que me empieza a molestar que cada vez que se habla de un grupo de madres la cosa parezca un nido de víboras. Y, si no, somos tóxicas o helicópteros.

Así que, ahí va un mensaje. A quien quiera escuchar:

Las madres no necesitamos que nos digan cuán tóxicas o helicópteros somos.

Necesitamos que se nos apoye, que se nos dé cobertura y que no se nos juzgue para poder actuar conscientemente y con libertad.

Que, a costa de pensar en el qué dirán, nos hemos quedado sin poder y pasamos los días pensando “¿si le doy un beso en la fila seré tóxica?, ¿si le pregunto a qué ha jugado o voy con él a la excursión seré helicóptera?”

De verdad os digo que ni yo, ni ninguna madre de las que me rodea somos tóxicas.

Somos imperfectas y contradictorias y lo tenemos asumido.

Y, a partir de ahí, caminamos.

Somos las que vamos a las excursiones cuando piden voluntarios.

Somos las que estamos deseando que se vayan las filas para tomarnos un café.

Somos las que despedimos a los niños con un “¡te quiero!¡diviértete mucho!”.

Somos las que dejamos que lleven los deberes sin hacer y que ellos se apañen.

Somos las que tenemos hecho el disfraz de la función de navidad casi antes de que nos digan de qué tienen que ir disfrazados.

Y, sí, somos las mismas que estamos deseando que llegue el 25 de marzo, para ir al concierto de Dani Martín y disfrutarlo como si tuviéramos 15 años. Repito, ¿y qué?

Así que, si tú también estas harta de juicios, de madres tóxicas, helicópteros y demás, comparte.