NI
LOS GRUPOS DE WHATSAPP SON TAN MALOS, NI NOSOTRAS TAN TÓXICAS.
Participo en
grupos de whatsapp de madres. ¡Hala! Ya lo he dicho.
De hecho, no
sólo tengo 3 grupos (uno por cada clase de mis 3 hijos) sino que tengo un
cuarto grupo. ¿Y qué?
Y me empiezo a
cansar de leer lo perjudiciales que son. Pues ahí va mi experiencia:
En los grupos
de clase jamás se ha criticado nada, ni se ha faltado al respeto a ningún
profesor, ni nada de nada.
Y, el cuarto
grupo, es un grupo formado por varias madres, con niños de diferentes edades,
de las de ¿tomamos un café? (de ahí su nombre: el chat de Juan Valdéz).
Comenzamos 2 ó
3 y poco a poco se van incorporando más madres y, ¿sabéis a qué nos dedicamos?
A darnos apoyo
(logístico y emocional) cuando hemos tenido un mal día.
A reírnos
hasta llorar de cualquier tontería.
A hablar de
algo que no salga en Clan o en Disney Channel.
A
comprendernos cuando, mientras removemos el azúcar, decimos “sólo son las 9:30
y no veas el día que me llevan dado”.
Sabemos que
cuando hay cualquier incidencia o desacuerdo con el colegio o con los
profesores, es con el colegio o con los profesores con los que hay que hablar.
No ponemos la
mano en el fuego por nuestros hijos hasta conocer todas las versiones porque
sabemos que nos podemos quemar.
No juzgamos lo
que hacen las demás madres.
Y nos
alegramos si el hijo de otra saca una buena nota o le seleccionan para el
equipo de fútbol.
Nos apoyamos
unas en otras, aportamos soluciones a problemas comunes y nos ayudamos.
De verdad que
hay madres así. Muchas.
Que me empieza
a molestar que cada vez que se habla de un grupo de madres la cosa parezca un
nido de víboras. Y, si no, somos tóxicas o helicópteros.
Así que, ahí
va un mensaje. A quien quiera escuchar:
Las madres no
necesitamos que nos digan cuán tóxicas o helicópteros somos.
Necesitamos
que se nos apoye, que se nos dé cobertura y que no se nos juzgue para poder
actuar conscientemente y con libertad.
Que, a costa
de pensar en el qué dirán, nos hemos quedado sin poder y pasamos los días
pensando “¿si le doy un beso en la fila seré tóxica?, ¿si le pregunto a qué ha
jugado o voy con él a la excursión seré helicóptera?”
De verdad os
digo que ni yo, ni ninguna madre de las que me rodea somos tóxicas.
Somos
imperfectas y contradictorias y lo tenemos asumido.
Y, a partir de
ahí, caminamos.
Somos las que
vamos a las excursiones cuando piden voluntarios.
Somos las que
estamos deseando que se vayan las filas para tomarnos un café.
Somos las que
despedimos a los niños con un “¡te quiero!¡diviértete mucho!”.
Somos las que
dejamos que lleven los deberes sin hacer y que ellos se apañen.
Somos las que
tenemos hecho el disfraz de la función de navidad casi antes de que nos digan
de qué tienen que ir disfrazados.
Y, sí, somos
las mismas que estamos deseando que llegue el 25 de marzo, para ir al concierto
de Dani Martín y disfrutarlo como si tuviéramos 15 años. Repito, ¿y qué?
Así que, si tú
también estas harta de juicios, de madres tóxicas, helicópteros y demás,
comparte.