LAS PERSEIDAS Y LAS FIESTAS DEL PUEBLO
Este verano ando teniendo problemas con las nuevas
tecnologías y me está resultando complicado conectarme a internet así que voy a
resumir los últimos 20 días de verano que nos han dado mucho de sí:
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Las perseidas:
Con la excusa de la lluvia de estrellas (que, por cierto, no
son estrellas sino meteoros), hemos realizado diferentes actividades:
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Un planisferio con distintas constelaciones
hechas uniendo puntos.
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Un móvil de papel de aluminio que nos ha
permitido ver cómo brillaban de manera diferente con la luz del sol y con la de
la luna y cómo y dónde proyectaban la sombra durante las distintas horas del
día.
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Un telescopio con los cartones del papel de
cocina.
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Y un artilugio inacabado de mi hijo mayor (7años)
parecido a un tirachinas aunque aún no he logrado entender en qué consistía.
El caso es que durante varios días estuvimos hablando del
tema, buscando información y, lo mejor, preparando la noche de mayor afluencia
de perseidas con visita de amigos incluida.Así que, cuando se hizo de noche, sacamos las toallas para tumbarnos en el jardín y ver el espectáculo con la emoción de hacer uno de esos planes que solo se pueden hacer en vacaciones y…
¡No vimos ni una!
Sin embargo, el aprendizaje de la semana fue que ellos, los
niños… ¡sí las vieron!
Uno decía “¡He visto una!” y los demás respondían “¡Y yo!”.
Y se empezaron a contagiar de ese entusiasmo que tanta
envidia me da.
¡Qué importante tener una buena actitud para irradiar a los
demás!
Y, por si fuera poco, al día siguiente le digo a mi hijo
mayor:“Qué bien ayer que vimos las perseidas, ¿verdad?”
Y me contesta:
“No vi ninguna, pero es igual, yo pedí mi deseo”.
¡Toma ya! En una sola frase me regaló un aprendizaje de los
de llevar en la mochila para toda la vida:
No he visto ninguna estrella fugaz, ¿y qué?, me las invento
y pido mi deseo porque total, la vida sigue, ¿para qué quedarme parado en algo
que no ha sido?
¡Qué importante ver la vida con ojos de niño!
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Una de flora y fauna:
Este año estamos teniendo visitantes exóticos. Al erizo Púa
se le han unido dos culebras: una en el jardín y otra dentro de la piscina (¡no
gritamos ni nada!).Y nos han regalado una tortuga, Chocolate se llama, aunque se están dando cuenta de la responsabilidad que es darle de comer, limpiarlas (a la hora de limpiar cacas la tortuga no es de nadie), etc. así que aún no sé si la tortuga vendrá con nosotros o después de la prueba volverá a su antiguo dueño.
Así que este año hemos quedado servidos en cuanto a animales se refiere. De hecho, ¡nos han invadido hasta los dinosaurios! (lo que nos ha permitido, junto con la proyección de las bolas de aluminio, hablar de perspectivas y aplicarlo a las emociones, al concepto de empatía y a tener en cuenta las opiniones de los demás).
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Y una de fiestas de pueblo…
En este punto os diré que lo más complicado han sido las negociaciones sobre las ferias. Os dejo algunos consejos por si tenéis ferias próximas:
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Salid de casa con la negociación hecha (in situ
es más difícil parar la vorágine de cacharritos y tómbolas): por ejemplo, “montaremos
en dos atracciones y tiraremos una vez a los patos”.
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Antes de tirar en atracciones como los dardos (que
no siempre se consigue premio), dejad claro que no pasa nada si hoy no se
consigue, que podemos probar otro día.
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Explicad que es importante (si van varios niños)
que vayamos todos juntos y, si cada uno quiere montar en una atracción diferente,
hay que saber esperar a los demás cuando montan en la suya (excepto si sois
varios adultos y preferís dividiros).
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Cuando los niños son más mayores se les puede
dar la oportunidad de gestionar su propio dinero, haciéndoles saber que si lo
gastan todo el primer día, ya no tendrán más.
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A mis hijos les encanta una caseta en la que
pescan patos y les dan puntos para coger algún regalo. Desde el año pasado, les
hemos acostumbrado a ir guardando los puntos de todos los días y coger el
regalo el último día. El año pasado costó pero este lo tienen asumido y lo que
quieren es sumar la mayor cantidad de puntos para obtener un regalo mejor. Y a
mí me parece un buen ejercicio para que aprendan a retardar las recompensas y a
trabajar por un objetivo común (después los puntos totales los dividiremos
entre los tres).
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Y la anécdota de la quincena:
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“¡Nicolás, no dejes los peluches por el suelo
que se te van a manchar!”
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“Tranquila mamá, que ya lo soluciono”.
Y aquí el resultado:
Desde luego, el que se aburre con niños es porque quiere.
¡Hasta la próxima conexión!