VERANO
CON NIÑOS: DISFRUTAR O SOBREVIVIR (SEMANA 2)
Bienvenidos
de nuevo a nuestro blog. Gracias por estar al otro lado.
Hemos
tenido una semana muy creativa. Empezamos con uno de los cuentos de nuestro
cuaderno de verano y, a partir de ahí, han surgido muchas actividades.
1.
El
apatatocroto marino: a partir del cuento, hemos inventado animales mezclados.
Uno de ellos ha sido el temido apatatocroto marino (cabeza de pez, cuerpo de
dragón de mar, tentáculos y tinta azules, patas de cangrejo, pinzas de
cangrejo, aleta de orca y puntitos de manta raya ¡ahí es nada!).
2.
Ceras
artesanales: Hemos recopilado cachitos de ceras, los hemos agrupado por tonos y
los hemos metido al horno en moldes de silicona con forma de corazón. ¿El
resultado? Les ha encantado. Se dejan enfriar. Papel continuo y un poco de
suelo.
Hemos llegado a la conclusión
de que son chulas para garabatear, pero que no sirven para trabajo fino. En
todo caso, hemos pasado un rato divertido y sin pelear por coger la misma.
3.
El
crolo: Nicolás ha decidido inventar un deporte. Se llama Crolo y, como había
que inventarlo con cosas que hubiera por casa, pues se juega con una pelota de
goma, guantes de jardinero, palo de golf de juguete y sudadera con capucha (que
debe ser para forjar grandes deportistas porque con 35 grados otra utilidad no
le veo). Las normas son tan complejas que, pasados dos días, no creo que las
recuerde ni él mismo. Por lo que le he podido oír mientras jugaba con sus
hermanos, consiste en inventar sobre la marcha normas nuevas (del tipo tu
portería es la mesa y la sombra de la mesa) de manera que siempre gane él (que
para eso es el hermano mayor y su deporte).
4.
Arocesto:
a falta de canasta, colgamos un aro de hula hop en el tejadillo del porche y…
¡otro ratillo entretenidos encestando!
5.
El
museo: como lo de pintar con las ceras de corazón se nos quedó un poco flojo,
hemos hecho puntillismo, sacado dibujos a partir de un garabato y… ¡hasta un
Miró! Y lo mejor es que estamos colocando todas nuestras obras en la puerta del
armario.
6.
Una
de mates: hemos contado, sumado y restado aprovechando que teníamos peces,
dados y palillos.
7.
Adivina
adivinanza: hemos resuelto adivinanzas sobre animales del mar. Han participado
los tres muy animadamente.
Después hasta los pequeños
Martín y Julia han querido copiar los dibujos.
8.
¿Y
si fueras zurdo?: Yo soy zurda, mis hijos diestros y hoy hemos intercambiado
los papeles. Nos ha dado pie para ponernos en el lugar del otro y apreciar lo
difícil que es. A Nicolás le gusta que le contemos cosas sobre el cerebro así
que aprovechamos para contarle qué lado del cerebro mueve cada mano, que en el
trabajo tenemos personas que por un golpe o una enfermedad en un sitio concreto
del cerebro, se quedan sin poder escribir con la mano derecha y tienen que
empezar de nuevo y aprender con la izquierda (y como se ha puesto en su lugar
se ha dado cuenta de lo difícil que es y el trabajo que conlleva). Le
explicamos las cosas de manera muy simplificada pero desde luego, a sus seis
años, sabe mucho más de neurología que lo que sabía yo a su edad. Y le fascina.
Ni que decir tiene que yo
también me convertí en diestra. Lo que no sabían es que yo, a veces, coloreo y
escribo con la derecha para no perder agilidad (tengo mucha menos que con la
izquierda pero me manejo) y como sorpresa final les enseñe la escritura mágica:
la escritura en espejo.
Entre otras rarezas también
me resulta muy sencillo escribir en espejo (en minúsculas y frases completas)
así que le escribí a Nicolás una frase entera en espejo y le dije que había
hecho magia. ¡Qué pena no haber fotografiado la cara cuando le di un espejo y
lo leyó! Definitivamente, esa capacidad de asombro es la que me fascina de los
niños. Tenemos mucho que aprender de ellos.
9.
La
vasija: hemos intentado hacer arcilla. Y se han dado cuenta de que no es tan
fácil como la plastilina. Era la primera vez que lo hacían así que les echamos
una mano para que cada uno tuviera algo así como un recipiente (Martín una
bandeja, Julia una caja y Nicolás un cuenco) y además creación libre. Dejamos
que se seque y los pintamos. A los cinco minutos Julia coge la tapa de su caja,
se cae y se rompe en varios pedazos. Al comprobar que no se podría pegar hemos
pensado que sería divertido meter los trozos en un recipiente con arena y jugar
a los arqueólogos. En cuanto tengamos arena, lo hacemos.
Nicolás pensó que sería más
fácil y dijo que haría unas figuras tipo Invizimal. Le han salido unos churros
sin forma definida pero él ha quedado contento con el resultado.
10. El dramaturgo: el otro día
Nicolás se levantó diciendo que iba a escribir una obra de teatro. Así que
escribió en un folio el papel de cada uno (yayos incluidos) y, como aún no es
muy ágil escribiendo nos dijo que, excepto su papel y el mío, los demás estaban
en marciano. Nos hizo colocarnos en fila para recitar cada uno el papel que le
había tocado. La obra completa era algo
así como: el marciano del planeta blandibú-hola dijo el marciano del planeta
Blandibú- esforozoooo – uuuuumiooo – eimeassssii.
Desde luego ha hecho de no
querer escribir demasiado (dice que es muy cansado) un arte. Me entró tal
ataque de risa al vernos en medio del salón todos en fila y él completamente
serio dirigiendo aquello que no pude por menos que decirle: me he divertido
muchísimo, qué gracioso… ¡has hecho una comedia! Creo que le convencí porque se
fue pavoneando y diciendo a sus hermanos “he hecho una comedia”.
11. ¿Qué fue de la sal?
¿Recordáis el experimento de la semana pasada? Pues bien, el agua se evaporó y
la sal se cristalizó.
12. El aprendizaje extra de la
semana 1: digo 1 porque esta semana hemos tenido dos. En lo que se hace la
comida ven un rato los dibujos y todos todos los días tenemos la misma
discusión por el sitio (que si no te tumbes, que si no entro, que si yo estaba
ahí…) Así que el otro día, cansada de la misma discusión he sacado un rollo de
cinta de carrocero y he dividido el sofá en tres partes iguales. Les hizo mucha
gracia y al poco rato lo quitaron pero ahora cada vez que discuten por el
sitio, vuelvo a sacar el rollo.
13. He sido yo: Jugando Martín
con las “figuritas” que había hecho Nicolás con la arcilla y, supongo que
venido arriba por la facilidad con que se partía, las hizo añicos. Yo no dije
nada y espere a la reacción. Al cabo de unas dos horas, Martín se acerca a
Nicolás y le dice “te he roto los guerreros, perdón”. Nicolás le abraza y le
dice “no importa, así tenemos más”. ¿Qué puede que como eran un churro no le
importó lo más mínimo? A lo mejor. ¿Qué igual que reaccionó así podía haber
montado en cólera? Seguramente.
Pero no fue así. Uno pidió
perdón y el otro gestionó de la mejor manera posible. Me quedo con eso por esta
semana.
A
ti que estás al otro lado, piensa con qué te quedarías de esta semana. La mía
también ha tenido noches toledanas y unas pocas rabietas, pero me quedo con las
figuritas rotas, el perdón y el abrazo. ¿Con qué te quedas tú?