martes, 2 de agosto de 2016

SEMANA 4: EL PUEBLO


SEMANA 4: EL PUEBLO

Somos de las familias que tienen la suerte de tener pueblo. Sé que es una suerte porque yo tuve pueblo y algunos de los mejores recuerdos de mi vida son de los veranos allí.

Esta semana nos trasladamos unos días al pueblo. Yo, en mi cerebro adulto, sabía a lo que venía. Los niños probablemente lo intuían pero no contaban con que fuéramos a pasar una ola de calor y sólo contábamos con una piscina desmontable que cubre por la rodilla y un patio en el que da el sol durante la mitad del día (recuerdo en este momento que veníamos de una piscina grande y un jardín fresco para correr).

Después de contaros las actividades que hemos hecho durante la semana, retomaré esto.

1.      La carta: Nicolás decidió escribir una carta a papá para que se acordara de traerle un peluche. Para los que tenéis niños que empiezan a escribir pero que no les fascina (al principio no compensa el esfuerzo de trazar las letras con el resultado que se obtiene), el hecho de escribir una carta real a alguien real puede motivarles. Y como en los pueblos muchas cosas son más fáciles, fuimos a correos (a la vuelta de la esquina), no tuvimos que esperar turno, y Nicolás pudo pedir y preguntar lo que quiso (que necesitaba un sello para la carta, que cuándo llegaría, etc) y hasta se despidió con un “que tengáis un buen día” que dejó a las funcionarias de correos maravilladas. Orgullo de madre.



2.      El acertijo: un día vi en Facebook (no recuerdo dónde) un acertijo en el que había que adivinar en qué número de plaza estaba el coche. El artículo añadía que los niños más pequeños acertaban antes que los adultos. Así que se lo propuse a Nicolás (Martín y Julia no tienen todavía claro el orden de los números). Y, efectivamente, lo acertó antes que los abuelos.

 
3.      Los pintores: Otra de las cosas buenas del pueblo es que podemos visitar el estudio del abuelo (pintor de profesión) y convertirnos en pintores profesionales con caballete y todo. Si no disponéis de caballete, seguro que tenéis paredes o laterales de muebles. A veces, algo tan tonto para nuestro cerebro adulto como pasar de pintar en horizontal a pintar en vertical, les aporta una motivación extra que hace que estén entretenidos un buen rato. Nicolás y Martín encantados de estar en clase de pintura como ellos mismos dijeron. Julia que es de los tres la más artística, no quiso participar. Le pudo el miedo a lo desconocido a hacer algo que podría haber disfrutado un montón.
 

4.      La cena creativa: Una de las noches Nicolás me pidió una “cena creativa” y como no tenía muy claro qué significaba, les pedí que me ayudaran a prepararla. ¡Atención aquí! Si estás dispuesto a que te echen una mano en la cocina es con todas las consecuencias (tirarán cosas, querrán echar mermelada en los garbanzos, pedirán el cuchillo, etc). En fin, que para guiar la odisea les propuse hacer sándwiches (higiénico, aséptico y fácil) y que los decorasen. Otro ratillo entretenido.
 

5.      El tesoro: Una de las mañanas, en lugar de hacer el cuaderno de verano que Nicolás desterró por la afrenta de las rayas de su madre, propuso hacer una búsqueda del tesoro así que hizo su plano del tesoro, repartió las pistas y escondió la recompensa final. ¿Qué falló? Que lo hizo todo él y los demás sólo le seguíamos y mirábamos. Resultado: sus hermanos se enfadaron. Obviamente.
 

6.      La biblioteca: Mi pueblo cuenta con probablemente la mejor biblioteca de España en el mundo rural, el Centro de Desarrollo Sociocultural de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Y, como es un pueblo, pues también está a la vuelta de la esquina. Así que nos hemos hecho todos el carnet y… ¡a sacar cuentos! La parte infantil de la biblioteca es una maravilla, infinidad de cuentos, talleres y dinamizaciones para los más pequeños…

A Nicolás se le ocurrió preguntar cuántos libros se podían sacar a la vez. Cuando le contestaron que 5 se le abrieron los ojos como platos. ¿El resultado? 5x4 = 20 (sí, yo también saqué cuentos).
 
 

7.      La tuneladora: En su afán por no retomar el cuaderno de verano, Nicolás propuso inventar algo. Así que se puso a hacer un dibujo y cuando nos ha explicado lo que era, hemos visto que lo que había inventado era ¡una tuneladora! Por supuesto, el no sabía ni cómo se llamaba así que después estuvimos buscando imágenes reales para ver en qué se parecían a la suya.
 


8.      El arenero: Terminamos la semana con un bautizo. La celebración posterior fue en un jardín y Julia se pasó gran parte del tiempo jugando en el arenero. ¿Qué hizo tanto rato? Trasladar arena de un cubo a otro, meter la mano en el cubo, echarse arena en los pies y vuelta a empezar. ¿Recordáis la película de Amèlie, cuando la protagonista mete la mano en el saco de las lentejas? Pues un gozo similar. Julia es una niña muy independiente, que necesita sus tiempos pero a la vez no para un segundo quieta, así que verla en el arenero con esa paz y gozando de una cosa tan sencilla como la arena me dio hasta una profunda envidia. De nuevo, mucho que aprender.
 

9.      Los aprendizajes de la semana:

-          El día de la búsqueda del tesoro, Julia acabó dando un manotazo a Nicolás y Martín dijo muy serio “Julia, vas a tener que pedir perdón a Nico para volver a jugar” (dónde lo habrá oído).

-          Julia no quiso pintar: su miedo al fracaso o al ridículo le hacen perderse muchas cosas que seguro disfrutaría. La buena noticia es que se parece mucho a Nicolás y Nicolás ha sabido superarlo ¿cómo? Con paciencia, sin forzar, respetando su necesidad de tiempo, ofreciendo oportunidades y ensayando. Otro día hablaremos de esto.

-          El aprendizaje de oro de la semana: Esta semana, por el cambio,  por el calor, por no saber expresar lo que les pasa (que igual ni ellos lo saben), se han portado especialmente mal (peleones, retadores, chillones…). Seguro que todos tenéis semanas de estas (decidme que sí, por favor). A ratos se me asemejaban a tres pequeños monos enjaulados subiéndose meteoríticos por las rejas.

Pues, ahí va, aviso a navegantes: el día, semana o mes que vuestros hijos estén insoportables… SACAD EL ESPEJO. ¿Cómo estás tú? Y la conclusión por mi parte es que, efectivamente, yo también he estado insoportable. Ahí queda eso.

Quizá tenía que haberles anticipado el cambio y no esperar al último día de la semana para decirles “yo también tengo mucho calor, yo también estoy durmiendo en una habitación que no es la mía, yo también echo de menos la piscina grande y yo también me aburro. Pero estamos aquí, esto es lo que tenemos (y deberíamos sentirnos afortunados) y está en nuestras manos estar enfadados o pasarlo en grande. Vosotros elegís.”

A pesar de todo, esta semana me quedo con la cara de las funcionarias de correos al recibir el “que tengáis buen día” de Nicolás, con la satisfacción de volver a casa con una torre de cuentos fantásticos y con la paz de ver a Julia enredando con la arena como si no importara el tiempo.

Aprovecho para agradecer a Julián que toda esta aventura no sería posible si él no se hubiera quedado al frente del gabinete todo el verano.

Feliz  semana.